

Metalistería
El hierro, cobre y bronce se utilizan desde tiempos remotos para herramientas y utensilios. Extraerlos y aprovecharlos implica remover grandes cantidades de material pétreo, proceso complejo y laborioso. La especialización requerida para ello, obligó separar los oficios de los diferentes trabajadores implicados; extractor o minero, metalurgista que procesa las barras comerciales y por otro lado el herrero, orfebre y joyero, estos últimos con procesos y técnica mayoritariamente artesanales, pero con características propias cada uno.
Los orfebres y joyeros se dedican a la transformación de metales preciosos, oro y plata, metales costosos, por ello también realizan obras con aleaciones que permiten ofrecer su producto a mayor número de clientes. Sus diseños son joyería y utensilios de cocina y mesa, como cuchillos, candeleros, vajilla o vasos sagrados.
Dicen los maestros viejos que para ser buen artesano se requiere dominio del metal, de aleaciones y de las técnicas para transformarlos. Los artesanos responden demostrando dominio e ingenio creador en obras fundidas, caladas, devastadas, martilladas, repujadas o en la producción de hilos utilizados para filigrana. En Santa Clara del Cobre, Michoacán, martillan tejos al rojo vivo para hacer cazos y sartenes miniatura que las niñas utilizan para jugar preparando sus primeras comidas. Gracias al Taller – Escuela de la comunidad, muchas piezas son elaboradas por las propias niñas y niños de Santa Clara del Cobre, que desde los cinco años aprenden de los maestros artesanos que a menudo son sus propios padres.
Con plomo fundido, se hacen figuras de soldaditos con sus cañones y caballos, juguetes que se forman y tiran con canicas. Para las niñas, se realizan miniaturas de mesas, sillas, máquinas de coser, planchas, salas y diversos utensilios de cocina. La hojalata, material preferido por los artesanos, se recorta, suelda y repuja para hacer carros y camiones, ruedas de la fortuna, aviones con hélice, carretillas de mariposa, caballos, soldados, espejitos y cajas. Vale la pena comentar que tanto el plomo como la hojalata se barnizan y pintan, para evitar heridas o exposición a material tóxico; se recomienda aplicar barniz transparente periódicamente o retirar las piezas a los niños cuándo se desprende la policromía.
Una práctica citadina cada vez más reproducida, es el reciclado y aprovechamiento de metales, alambre tejido para hacer carritos, latas que se pintan como vajillas tipo peltre o que se recortan en figuritas de animales, flores y corbatas.

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