Jugando a La Casita

Los juguetes, además de divertir y entretener, sirven también para educar. Cuando se manipulan, los participantes interactúan a través del juego, en ciertos casos, adoptan papeles que pueden estimular su imaginación. Dependiendo de su tipo se puede jugar a la escuelita al doctor o a la casita.

En “Jugando a la Casita” podemos observar su sentido educativo y formador de hábitos. Las muñecas tienen un carácter universal, están elaboradas con diferentes materiales como cartón, trapo o madera, en México apreciamos rasgos de identidad cultural y procedencia en su atuendo y accesorios; de la Sierra Tarahumara, Chihuahua sus faldas multicolores o de los Altos de Chiapas la lana y el brocado en los huipiles. Oaxaca posee 8 regiones y casi cuarenta trajes tradicionales lo que hace a las muñecas muy diversas, otras son Mazahuas y Otomíes con bordados de alto grado de dificultad e impecables en su manufactura. Las mestizas casi siempre de tela industrial confeccionada.

A lo largo de la historia, las muñecas son el medio a través del cual las niñas inician su aprendizaje del mundo. Llámese rol femenino, tan cuestionado en occidente por su sesgo discriminatorio, en las sociedades indígenas es mucho más complejo que solo divición genérica. Las madres indígenas enseñan a sus niñas a hacer y a jugar con muñecas a la vez que las proveen de las herramientas y conocimientos para su vida adulta; cuidar animales aprovechando todos los productos de ellos, recolección de frutos y materiales del campo aprendiendo a procesarlos a prepar alimentos o a separar materias primas para la casa o para la producción de artesanía, las niñas aprenden la legua de la madre, los conocimientos del cosmos y a dominar la naturaleza a la vez que se divierten con sus muñecas brocadas con bandas multicolores, grecas y dibujos que representan el inframundo y las estrellas del firmamento. 

El juego, también consiste en la imitación de las madres, asumiendo responsabilidades que nada tienen que ver con la visión impositiva de roles o tratamiento desigual entre hombres y mujeres.

 

Otro componente de la colección en ésta sala, son los accesorios y muebles a escala. De diferentes materiales como madera, lámina recortada, plomo, barro o fibras, entre otros, los trastecitos de barro vidriado o al natural, bolsas, cestas y canastas, los cuales cuando son muy pequeños popularmente se denominan miniaturas o “loza de arroz” para los trastes más minúsculos de Guanajuato, hoy en riesgo de desaparecer.

Muñecas Textiles

Textil es la técnica de elaboración de paños mediante el torcido, hilado y tejido de fibras blandas, con los paños se confecciona prendas para protegerse de los elementos de la naturaleza y para identificarse con un grupo de personas.

Maestras tejedoras enseñan la lengua, cultura y técnica a sus hijas mientras hilan y tejen huipiles, manipulando los materiales en prendas pequeñas o en miniatura, que se aprovechan para vestir muñecas. Al paso de los años, las muñecas de “trapo” o muñecas textiles han proliferado en varias regiones del país, también se les viste con telas industriales confeccionadas y cuidadosamente cocidas, se agregan accesorios como escobas, paraguas, canastas, morrales, ollas, cazuelas, además de sombreros y joyería.

Las muñecas chiapanecas con atuendo de lana brocada en telar de cintura, teñida con cochinilla, muicle, añil y otras plantas y minerales, y muñecas de la costa oaxaqueñas cuyo huipil contiene hilos teñidos con caracol púrpura, ejemplos destacados de juguete indígena. De la fusión indígena y colonial, las muñecas mestizas, emplean lienzos donde comenzó el bordado miniatura con técnicas como pepenado, punto de cruz, punto de relleno, deshilado o careado, la tela enrollada y la confección con patrones.

 Las Mazahuas se retratan a sí mismas, por ello visten a sus muñecas con elegancia y “lujo”, palabra que utilizan para llamar a su fondo de manta bordada, que al lavarse, se despinta generando manchas rojas producidas por el tinte de cochinilla o de fucsina. Las muñecas otomíes de Querétaro o del Estado de México son similares, se distinguen por la iconografía de sus diseños bordados y el fruncido o entablerado de sus blusas y faldas de satín de colores vivos.

Muñecas en Chiapas

Hilado y tejido son fuentes documentales vivas que permiten echar un vistazo al mundo antiguo. Ejecutadas con técnicas tradicionales, las muñecas chiapanecas son ejemplo de esa óptica que vuelve la mirada a la raíz, poseen creatividad, dominio técnico y oportunidad comercial, características que marcan las tres principales líneas de producción:

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Las conocidas como “muñecas cuenta penas”, se adoptaron de tradición indígena basada en leyendas de los altos de la sierra, cadena montañosa que transita hasta el centro de Guatemala, donde se les vio por primera vez en la segunda mitad del siglo veinte. Muñequitas de tela tejida, enrollada y fino bordado para los rasgos faciales, con las que también se hacen peinetas, llaveros, bolsas, almohadas, cintas y fajas. Adoptadas en Chiapas, también se hacen pequeñas zapatistas de lana. 

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Las muñecas cuya anatomía ha sido tallada en madera poseen el sabor del arte indígena no académico. La madera se talla con navaja y hacha, articulaciones de brazos y piernas con perno o ensamble machihembrado, pero sin duda lo que las distingue es su vestimenta tradicional teñida con tintes naturales, tejida en telar de cintura, brocada y según la región, bordado de colores. Las “Chamulitas” como le dicen los turistas, y toda la serie de Autoridades Tradicionales, que han ganado todos los premios nacionales por su calidad escultórica y maestría textil. 

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Con lana tejida en telar, rellena, confeccionada o doblada y cosida, se realizan muñequitas con bebé en brazos, campesinos, animales y toda la serie de imaginería zapatista: Ramona a caballo, Marcos fumando pipa, guerrilleros con fusil, el Obispo de San Cristóbal, mujeres zapatistas con pasamontañas, el “Diablo Bush”, los periodistas con cámara de madera. 

Complementan a las muñecas, canastas de carrizo miniatura, huaraches de piel de Teopisca, collares de pedrería o ámbar de Simojovel o San Cristóbal de las Casas, camiones troceros o llamados “coletos” cargados de madera, costales miniatura de ixtle hilado, cargando maíz o café, muebles de tejamanil para cocina, recámaras y cajitas decoradas con flores pintadas con anilina.

 

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