Un mundo en miniatura

La miniatura es de las expresiones populares, la más bella, requiere dominio técnico, paciencia y buena vista. Todo se puede hacer en miniatura y todos los materiales se transforman en diminutas obras de arte.

Existe todo un mundo en miniatura para recrear los hábitos y la vida cotidiana lúdicamente, las costumbres y tradiciones comunitarias o citadinas. Por su tamaño, nos invitan a revalorar la extraordinaria expresión artesanal y maestría técnica con la cual fueron logrados.

Las formas y acabados de los mueblecitos nos remiten a estilos, gustos y preferencias: los de madera al natural o bien polícromos al agua tinta, decorados con motivos florales y geométricos, pertenecen a un estilo “popular” donde también caben aquellos de tule torcido, mimbre o palma tejida y otras fibras naturales. Los cobre, hojalata y lámina recortada son producto de la fusión, introducida desde finales del siglo XVI por maestros y aprendices europeos.

La gastronomía nacional indígena o campesina, posee sus propios trastecitos y accesorios diminutos; molcajetes y metates de piedra o barro; cajetes, jarritos, cazuelas, ollas y vajillas completas de barro; cestería de ocoxal o varas, otate y carrizo cortado en tiras de milímetros de ancho con las que también se hacen aventadores acompañados de anafres de barro; cucharas de cobre o madera tallada, bateas y molinillos torneados.

Las cocinas miniatura de Puebla conjugan elementos del medio indígena con el español y árabe. Por ejemplo, de vidrio soplado y estirado tenemos lamparitas, candeleros, candelabros. De vidrio prensado, tornillos o cacarizas para el pulque, tarros para la cerveza, juegos para té. La cerámica de alta y media temperatura produce soperas, aguamaniles, cremeras o vajillas completas decoradas con los trazos sueltos de la tradicional talavera azul antigua.

Finalmente hay un estilo más en la producción miniatura, el contemporáneo, resultado de una especie de mestizaje entre lo mexicano y lo extranjero. En este figuran los metales como el plomo y bronce; telefonitos, máquinas de escribir o de coser, fonógrafos, jaulitas, tortilladoras, herramientas o soldados pintados. También los instrumentos musicales de madera y los que llevan incrustación de concha y hueso.

 De Guanajuato, “la miniatura de la miniatura” es la llamada loza de arroz. Se hacía en la ciudad y en San Felipe Torres Mochas, se ve cada vez menos y creemos que el riesgo es inminente.

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